Tengo una amiga, que está en la ardua tarea de sacar de mi interior al guerrero que llevo dentro. Ella sabe que lo tengo y yo también, pero está escondido entre otras miles de personalidades que impiden, que ese guerrero salga a la luz. Ella me dice que las cualidades de ese héroe son la pureza y la nobleza, es un ser benigno, que lucha, que lo único que quiere es hacer el bien pero para ello también necesita que saque la rabia que todo guerrero esconde. Tiene que mostrar la fuerza oculta que convella ese ser, esa rabia que sirva para mostrar a los demás que es un ser valiente, que no se amilana ante nadie y que también tiene su autoestima y su coraje. A mi, muchas veces, me gustaría saber donde se encuentra verdaderamente ese guerrero porque aunque presumo de ser valiente y audaz, me vengo abajo ante cualquier contratiempo y aunque me repongo siempre y salgo reforzado de ese avatar siento que me falta esa capacidad de lucha, esa fuerza que necesito para enfrentarme a ese problema de raíz y no permitir, ni siquiera, que me cause dolor o que me provoque la más mínima inquietud, sin que eso me haga caer en el pasotismo ni en una falsa sensación de que nada me afecta y que yo estoy por encima del bien y del mal.
Todos, de alguna manera, llevamos un guerrero dentro. Ya solo por tener un espíritu inconformista, unos ideales que defender, unas causas por las que luchar o unos sueños por cumplir y por no quedarse solo en la superficie de los conocimientos y experiencias que vamos adquiriendo debemos encontrar a ese ser que pelea por lo cree. El problema es cuando no lo queremos sacar, porque hemos adoptado un papel ante los demás, que nos va bien y nos funciona en nuestras relaciones sociales. Ya sea el papel de víctima o o de verdugo, de santo sumiso o de diablo dominante, nos acomodamos a una imagen que queremos o que pretendemos que los demás tengan de nosotros y muchas veces, no nos damos cuenta, de que esa imagen es una más de nuestras personalidades (buena o mala, mejor o peor), pero no la que verdaderamente queremos mostrar, sino la que un manipulador que llevamos en nuestro interior quiere que mostremos.
Por eso, animo a todo el mundo, a que se atreva a sacar de su interior a ese luchador, a esa personalidad que ocultamos pero que poseemos y que nos permite no acobardarnos ante las adversidades que la vida nos ofrece y que es capaz de decirle al mundo que puede conseguir todo lo que se propone sin tener que llevarse a nadie por delante pero sin que nadie se lo lleve a él. Además, que nos permite reponernos de manera más rápida de las heridas que otros nos quieren causar. Esa es la misión que me he propuesto este año, sacar al guerrero que hay dentro de mí y mostrarle a los demás que soy fuerte y que nadie va a jugar conmigo, o me va a derrotar, por mucho que lo intente.
Este primer artículo va dedicado a esa amiga con la que voy aprendiendo cada día y me esta enseñando aspectos de mi personalidad desconocidos para mí. Va por ti.
Me gustaría contar con tu opinión, dime ¿que piensas?
Todos, de alguna manera, llevamos un guerrero dentro. Ya solo por tener un espíritu inconformista, unos ideales que defender, unas causas por las que luchar o unos sueños por cumplir y por no quedarse solo en la superficie de los conocimientos y experiencias que vamos adquiriendo debemos encontrar a ese ser que pelea por lo cree. El problema es cuando no lo queremos sacar, porque hemos adoptado un papel ante los demás, que nos va bien y nos funciona en nuestras relaciones sociales. Ya sea el papel de víctima o o de verdugo, de santo sumiso o de diablo dominante, nos acomodamos a una imagen que queremos o que pretendemos que los demás tengan de nosotros y muchas veces, no nos damos cuenta, de que esa imagen es una más de nuestras personalidades (buena o mala, mejor o peor), pero no la que verdaderamente queremos mostrar, sino la que un manipulador que llevamos en nuestro interior quiere que mostremos.
Por eso, animo a todo el mundo, a que se atreva a sacar de su interior a ese luchador, a esa personalidad que ocultamos pero que poseemos y que nos permite no acobardarnos ante las adversidades que la vida nos ofrece y que es capaz de decirle al mundo que puede conseguir todo lo que se propone sin tener que llevarse a nadie por delante pero sin que nadie se lo lleve a él. Además, que nos permite reponernos de manera más rápida de las heridas que otros nos quieren causar. Esa es la misión que me he propuesto este año, sacar al guerrero que hay dentro de mí y mostrarle a los demás que soy fuerte y que nadie va a jugar conmigo, o me va a derrotar, por mucho que lo intente.
Este primer artículo va dedicado a esa amiga con la que voy aprendiendo cada día y me esta enseñando aspectos de mi personalidad desconocidos para mí. Va por ti.
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