
Estoy hasta las narices que hasta en el mundo judicial se rían de nosotros gastándose el dinero en viajecitos de placer con dinero público y vayan de dignos y que tarden tres días en decidir si juzgan o no a un político afín mientras que llevamos siete años esperando saber si los gays vamos a tener seguridad jurídica y si los matrimonios homosexuales existentes hasta ahora son válidos o se van a quedar en meras “parejas de hecho”. Quiero saber, si los políticos alguna vez se bajan del guindo y no ven a los mendigos, a los que van a comer a comedores sociales o piden a Cáritas como una lacra social sino como personas que un día tuvieron una vida más o menos próspera y un cúmulo de desgracias les llevó a esa situación. Quiero saber si son conscientes de que muchas mujeres que se dedican a la prostitución no son delincuentes, sino personas que se han visto abocado a ellas al no tener ningún derecho, ni ninguna forma de defenderse en este país y que en todo caso los culpables son los proxenetas que las explotan o los clientes que las tratan como meros objetos sin pensar en si tienen o no sentimientos.
Quiero saber como los políticos tienen las santas narices de cerrar colegios, de cambiar las leyes de educación, de cerrar centros para mujeres MALTRATADAS y no sienten ningún pudor. Quiero saber porque ahora los manifestantes están estigmatizados por culpa de un pequeño grupo de vándalos que lo único que quieren es gresca. Quiero saber porque algunos policías se han convertido en matones a servicio del Gobierno de turno cuando están para proteger a la gente no para agredirla. No todos somos unos salvajes. La gente que defiende sus derechos no es un terrorista, los que cercenan esos derechos sí que lo son.
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